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domingo, 17 de abril de 2011

Luna del Memorial

 LUNA DEL MEMORIAL
(Conmemoración)            

La milenaria luna que calca nuestras sombras,
vuelca una leve lámina de plata diluida
sobre la calle quieta, tendida a nuestros pies;
y la mente se interna en las épocas idas,
¡porque hoy es catorce de Nisán otra vez!

Caminaremos despacio, conversando en voz tierna,
para estirar el goce de la única fiesta.
Se habla de caras nuevas en el salón colmado,
del sentido de urgencia, del trabajo que resta,
de lo que prefiguran las sombras de pasado.


¡Cuánto significado tienen hoy los recuerdos!
- Un ángel que revista la nación retractora.
- Un pueblo que levanta la masa sin leudar.
- Un éxodo que empieza mientras Egipto llora.
- Y después, un ejercito que se hunde en el mar!

Jehová cumplió con Abraham su amigo,
cuando fue su simiente a redimir.
Y esta histórica luna, como mudo testigo,
asomó su faz plena para verlos partir.

Después de quince siglos apareció el Mesías,
Cordero inmaculado que dividió dos eras
y dejó junto al río del tiempo su mojón.
Desde entonces su sangre, pura, imperecedera,
señala los dinteles de nuestro corazón.

El desierto del mundo es largo y fatigoso,
su sacerdocio, al frente, se ajusta a las pisadas
que él marcó en su carnal investidura,
pues Dios nos dio en Jesús representada
la dimensión cabal de su ternura.

Nuestra sinceridad, como el pan ácimo,
sin leudados dobleces se despliega.
Hierbas amargas de tribulaciones
son porción asignada con la entrega
de las más elevadas bendiciones.

Tajeando el espesor de las tinieblas
está el pilar de su presencia en fuego.
Marchamos por las senda angosta y recta
y queremos seguir sordos y ciegos
a todo lo que estorbe nuestra meta.

América jadea bajo una falsa calma.
Europa arrulla al vicio con un cantar obsceno.
Asia y África claman por arroz y paz.
Corre sangre en las tierras que pisó el Nazareno.
Donde hay banderas rojas Dios no se nombra más.

Ya Nisán y su luna volverán pocas veces
antes del día grande de la liberación,
cuando crucemos juntos, con temblorosas preces,
Un "Mar Rojo" de sangre, llamado Armagedón.


Álef Guímel